Ayer fui a buscar los esquíes del año de la picor a casa de mis padres... recordé esos días en los que subíamos en autocar después de haber salido hasta las tantas. Aquellos que poníamos por delante la economía a la comodidad y comíamos bocatas de pan bimbo y zumos PMI que habían comprado nuestras madres. El mayor de los lujos era comprarse un pack de Crunchys en el punt de trobada y meterle un mordisco entre bajada y bajada. Esos días que pagábamos 4.000 pelas por un forfait y era toda nuestra paga del mes. Esos días que podíamos salir de fiesta por Andorra con una moneda de 500 pelas y preguntábamos cuanto costaba un chupito. Esos días que mandar un mensaje costaba 100 pelas y recibías uno a la semana. Esos días que una fiesta inolvidable era comer patatas y ganchitos en el apartamento de las chicas. Esos días que los autocares de vuelta se utilizaban para tirar todos los carros sobre alguna chica mientras compartíamos un casco del walkman que nos habían regalado el día de la comunión. Esos días que el autocar se iba justo después del examen de fiscal y nos pasábamos toda la noche hasta llegar als Alps y teníamos las fuerzas de calzarnos los esquís y dejarnos la piel sobre la nieve. Esos días que preferíamos una coca-cola a un buen vaso de vino. Esos días que el foie nos sonaba a limpiazapatos. Esos días que las chimeneas solo eran cosas de nuestros padres. Esos días que pensabamos que a los 27 años estaríamos forrados y seríamos jefes de algo. Y sin quererlo ni darnos cuenta esos días ya son hoy. Y me siento orgulloso. Orgulloso de oler a cebolla y a humo. Orgulloso de dormir como una marmota y llegar a pistas a las 12.00. De dejarme el sueldo en los nuggets del passons. De llenar el deposito con 98, creíendome que es mejor que la 95. De tardar dos horas en encender la chimenea. De estar contento como un niño el viernes por la tarde, y tristón los domingos por la noche. De quereros a rabiar. De dormir en saco de dormir. De mandar e-mails de filosofia barata. Y de ir a buscar los esquíes en casa de mis padres, darme cuenta que me hecho mayor pero morime de ganas de seguir siengo lo que soy y haciendo lo que hago.